Hace algunos años, cuando pensábamos en las criptomonedas, lo hacíamos con una perspectiva hacia un futuro tan lejano como inhóspito. Sin embargo, el presente nos demuestra, a través de las miles de operaciones que se realizan de forma diaria en las distintas jurisdicciones del mundo, que esto ya no es así.
Estos activos digitales que utilizan la criptografía como base para procesar sus transacciones suelen poseer una multiplicidad de funcionalidades, como ser útiles para atesoramiento, para inversión, como un sistema de pagos descentralizado entre personas y empresas, e incluso dentro de un esquema de recompensas.
En este sentido, se deja ver cómo la comúnmente llamada “revolución 4.0” está transformando el mundo con numerosas innovaciones de la industria tecnológica que influyen en las prácticas monetarias.
En este contexto, los profesionales en Ciencias Económicas no pueden quedar al margen de los procesos de cambio y necesitan tener un acabado entendimiento de las nociones centrales de estos aspectos para poder brindar un correcto asesoramiento a sus actuales o potenciales clientes.
Es sabido que la base del funcionamiento de estos activos es la criptografía y la tecnología que logra su materialización es la blockchain o cadena de bloques. Dicha cadena se puede pensar como “un gran libro electrónico de actas donde se registran operaciones o sucesos, pero en lugar de existir un escribano que certifique estas actas una a una, esta validación la efectúan ciertos usuarios del sistema, sin necesidad de agentes externos o intermediarios y gracias al uso de la criptografía”1.
Los mencionados sujetos son aquellos que llevan adelante el proceso de creación de nuevas unidades de criptomonedas sobre la base de validar y registrar nuevas transacciones en la red mediante la creación de nuevos bloques de información en la cadena de bloques ya existente.
Dicho proceso es conocido como “minería de criptomonedas” y, con el objetivo de asegurar que los mineros no modifiquen la información de los bloques anteriores, la red utiliza el algoritmo “Proof of Work”, el cual les requiere que utilicen cierto poder computacional y energía eléctrica para resolver los acertijos criptográficos y, de esa manera, validar el bloque.
En este sentido, el minero que disponga de un mayor poder computacional a disposición de la blockchain de la criptomoneda en cuestión tendrá una mayor probabilidad de resolver los acertijos y obtener como recompensa nuevas unidades de criptomonedas.
A pesar de esto, existen criptomonedas que no realizan minería para la administración de su red, ya que no validan las transacciones, como fue mencionado previamente, o bien crearon la totalidad de su oferta monetaria al inicio, motivo por el cual no permiten incrementar su “base monetaria” con posterioridad.
Actualmente, las dos criptomonedas con mayor capitalización utilizan la minería para administrar su red. Sin embargo, sus procesos de minado requieren distintas inversiones debido a que presentan diferentes dificultades de minado.
Por su lado, la minería de bitcoin requiere inversiones elevadas en equipos ASIC que han sido diseñados para un algoritmo específico de minería; no pueden ser utilizados para otra actividad en simultáneo y, cuando quedan obsoletos para la minería, no pueden ser destinados a otra finalidad.
En cambio, la minería de Ethereum requiere inversiones un poco más económicas, respecto al bitcoin, en equipos específicos o para realizar el armado artesanal de un rig de minería, el cual se compone principalmente de la placa madre, tarjetas gráficas, memorias ram, almacenamiento USB y ventiladores. Una vez que el rig de minería no otorga el poder de procesamiento que requiere la minería, los componentes pueden ser destinados a otras actividades.
Ante las dificultades que implica el proceso de minado en forma individual, comenzaron a aparecer mineros que ofrecen su capacidad de procesamiento a un pool de minería para trabajar de forma cooperativa e incrementar sus posibilidades de obtener una recompensa por esta actividad.
En cambio, aquellos interesados en ingresar en la minería sin realizar grandes inversiones pueden optar por elegir alguna criptomoneda, como Monero, que pueda ser minada desde una computadora clásica o bien alquilar el poder de cómputo a empresas que ofrecen servicios de minería en la Nube.
Los rendimientos de la minería están influenciados principalmente por la cantidad de unidades de criptomonedas que se reciben como recompensa (bitcoin disminuye su recompensa cada cierto número de bloques minados) por el precio de dichas unidades, el monto de las inversiones en equipos y el precio de la energía necesaria para el funcionamiento y la refrigeración de los equipos.
Asimismo, no puede dejarse de lado el tratamiento impositivo que imparte el sistema tributario argentino en cuanto a la actividad de minería en forma íntegra. Dentro de este análisis, podrían mencionarse las ganancias por minar criptomonedas que están alcanzadas por el Impuesto a las Ganancias, mientras que el valor de las granjas de minado deberán tributar en el Impuesto a los Bienes Personales. Respecto al Monotributo, vale aclarar que la actividad de minado podría inscribirse prima facie si es llevada adelante por una persona humana y teniendo la premisa de no superar los parámetros establecidos en la normativa vigente.
Estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta por los profesionales en Ciencias Económicas, dado que el análisis de las distintas opciones y la planificación del momento oportuno para invertir permitirán maximizar los resultados.
Además, sobre la base de lo previamente expuesto, visualizando el vertiginoso momento de cambios constantes en el cual nos encontramos inmersos, y teniendo en cuenta los distintos marcos regulatorios existentes y por existir, resulta claro decir que es de suma importancia una constante capacitación y actualización en todo lo relativo a esta temática.
Contador Público e investigador
Contador Público y docente universitario