Claves para adaptarse al futuro del trabajo

Los años 2020 y 2021 serán recordados como los años de la “doble disrupción”. Dos fenómenos simultáneos se desarrollaron: la transformación digital y el COVID-19.

Si bien la tecnología estaba generando transformaciones a una velocidad creciente, el efecto coronavirus las potenció y aceleró mucho más aún, anticipando algunas tendencias que se preveían para el mediano y el largo plazo.

Tal vez uno de los aspectos más importantes a considerar sea cómo el cambio también se está modificando y el impacto que ello nos genera. La pandemia nos ayudó a comprender con mucha mayor claridad el concepto de cambio en 3D: omnipresente, constante y exponencial.

Es omnipresente, ya que se desarrolla en múltiples áreas de la vida a la vez, ya que son diferentes los factores que se modifican al mismo tiempo. Es constante porque ocurre todo el tiempo de manera continua; es un camino de ida y no se detiene. Pero no solo cambian muchas cosas todo el tiempo, sino que -además- es exponencial; la curva del cambio se acelera cada vez más y la velocidad se incrementa todo el tiempo.

Cuando visualizamos lo que ha ocurrido en este tiempo, es sorprendente la velocidad con la que se han venido generando los cambios y con la que han emergido procesos y fenómenos inimaginables. Fundamentalmente, también sorprende cómo todos nosotros, los casi 8.000 millones de habitantes de la Tierra, vivimos algunos fenómenos absolutamente inimaginados previamente. 

Debemos averiguar cómo hacemos -con datos, tecnología y humanidad- para no ser los nuevos analfabetos y quedarnos marginados rápidamente del mercado
Evidentemente, a todos nosotros nos cambió la agenda y se aceleraron muchas de estas tendencias que se preveían para dentro de un período mucho más significativo. Y, claramente, como sostuvo la profesora Elke Van Hoof, de la Universidad de Vrije (Países Bajos), “lo que vivimos no fue una experiencia más, sino que fue el mayor experimento psicológico de la historia”. 

Fue la primera vez que todos los habitantes del mundo transitamos por una experiencia similar, y, si bien podríamos decir que es como un continuo que nos va dejando nuevas sorpresas permanentemente, podemos afirmar que esto que ha sucedido fue una oportunidad histórica para que todos en conjunto transitemos por algo similar.

¿Cuál es el impacto real que está generando esto en todos nosotros? La humanidad ha pasado del trabajo manual a la llamada Revolución Industrial 1.0, con la aparición de los sistemas mecánicos, la energía hidráulica y la máquina de vapor: la era de la mecanización. 

Posteriormente, con la aparición de la electricidad y el automóvil, pasamos a la Revolución 2.0. Esta trajo consigo la producción en serie, líneas de montaje y energía electromecánica. 

Más cerca en el tiempo, pasamos a la era de la Automatización y la Revolución 3.0 con la computación, la electrónica y los sistemas de información como factores clave. 

En los últimos años estuvimos transitando por la Revolución 4.0: la transformación digital, los sensores inteligentes, la nube, las impresoras 3D, la inteligencia artificial, la robótica, Internet de las Cosas, Big Data, neurociencias, Blockchain, biotecnología, Machine Learning, Deep Learning, Realidad Virtual y Realidad Aumentada. 

Desde marzo de 2020 comenzamos a ingresar en la Revolución Híbrida -todo desde cualquier lugar, en cualquier momento-, con todos los desafíos que ella conlleva. Hemos atravesado en estos pocos meses una auténtica revolución, y tal vez para muchos de nosotros es la tercera transición revolucionaria.  Creo que tal vez la diferencia sustancial entre la anterior revolución y la que estamos viviendo ahora es que esta ocurrió en mucho menos tiempo. La revolución de internet se extendió por muchos más años. Los ciclos de cambio que estamos atravesando son cada vez más cortos.

En esta dirección, aparecen tres grandes desafíos para los profesionales en Ciencias Económicas: la privacidad, la ciberseguridad y la ética.

La privacidad es necesaria para poder respetar los espacios íntimos y el secreto profesional cuando se diluyen cada vez más los límites entre lo íntimo, lo privado y lo público. Es un nuevo derecho y una nueva responsabilidad por los que tendremos que trabajar cada vez más. La ciberseguridad es indispensable para prevenir los nuevos delitos que se generan en este contexto tan dinámico y virtual, y proteger a las personas, las organizaciones y la información que generamos. Y, más que nunca, es fundamental la ética con la que actuamos, ya que bien sabemos que toda tecnología siempre tiene un ser humano que la diseña y programa.

Si bien nos encontramos en la Revolución Híbrida (o X.0), muchos de los profesionales en Ciencias Económicas aún consideran que estamos viviendo en los tiempos analógicos. Para cada uno de ellos, el mensaje es: lo que previamente fue revolucionario, en nuestros días es normal e indispensable para la supervivencia. Lo que era un “está bien entenderlo” se ha transformado en “mejor que lo incorporemos”. O nos transformamos o quedamos obsoletos en muy poquito tiempo.

El futuro del trabajo en las Ciencias Económicas va a ser para aquellos que puedan adaptarse una vez, otra vez y otra vez

El profesor Joseph Aoun, en su libro, Robot-Proof: Higher Education in the Age of Artificial Intelligence (“A prueba de robots: la educación superior en la era de la inteligencia artificial”), nos habla de las nuevas alfabetizaciones en el siglo XXI: datos, tecnología y capacidad humana. 

Por un lado, debemos saber cómo transformar los datos en información, estos en inteligencia y la inteligencia en acción. Tal vez, sea este uno de los fundamentos clave de cada profesional en Ciencias Económicas. En segunda instancia, hay que ver cómo abrazamos la tecnología, cómo nos conectamos con cada nueva tecnología que emerge y la utilizamos como un habilitador y un puente para poder generar mayor impacto en cada una de nuestras intervenciones. Y, finalmente, debemos entender cómo nos enriquecemos respecto a las capacidades humanas, la empatía, la influencia, el liderazgo, la creatividad, la innovación, la inteligencia emocional, entre muchas otras, para convertirnos en auténticos asesores confiables, función en la que, más allá de cualquier avance tecnológico, nos destacamos por nuestra humanidad y sensibilidad. Debemos averiguar cómo hacemos -con datos, tecnología y humanidad- para no ser los nuevos analfabetos y quedarnos marginados rápidamente del mercado.

El futuro del trabajo en las Ciencias Económicas va a ser para aquellos que puedan adaptarse una vez, otra vez y otra vez. Ser ágiles y, como señala Yuval Noha Harari, “andar con la mochila bien liviana” para poder capitalizar las innumerables oportunidades que se nos presentan por delante. 

El futuro depende, en definitiva, de la actitud que adoptemos cada uno y en la posibilidad de hacernos auténticos protagonistas. Estamos escribiendo una página clave y viviendo en el presente, que será el pasado del futuro. ¡A disfrutar del camino, que es apasionante!

Alejandro Melamed

Doctor en Ciencias Económicas, speaker internacional y consultor disruptivo