Los años 2020 y 2021 serán recordados como los años de la “doble disrupción”. Dos fenómenos simultáneos se desarrollaron: la transformación digital y el COVID-19.
Si bien la tecnología estaba generando transformaciones a una velocidad creciente, el efecto coronavirus las potenció y aceleró mucho más aún, anticipando algunas tendencias que se preveían para el mediano y el largo plazo.
Tal vez uno de los aspectos más importantes a considerar sea cómo el cambio también se está modificando y el impacto que ello nos genera. La pandemia nos ayudó a comprender con mucha mayor claridad el concepto de cambio en 3D: omnipresente, constante y exponencial.
Es omnipresente, ya que se desarrolla en múltiples áreas de la vida a la vez, ya que son diferentes los factores que se modifican al mismo tiempo. Es constante porque ocurre todo el tiempo de manera continua; es un camino de ida y no se detiene. Pero no solo cambian muchas cosas todo el tiempo, sino que -además- es exponencial; la curva del cambio se acelera cada vez más y la velocidad se incrementa todo el tiempo.
Cuando visualizamos lo que ha ocurrido en este tiempo, es sorprendente la velocidad con la que se han venido generando los cambios y con la que han emergido procesos y fenómenos inimaginables. Fundamentalmente, también sorprende cómo todos nosotros, los casi 8.000 millones de habitantes de la Tierra, vivimos algunos fenómenos absolutamente inimaginados previamente.
Debemos averiguar cómo hacemos -con datos, tecnología y humanidad- para no ser los nuevos analfabetos y quedarnos marginados rápidamente del mercadoEvidentemente, a todos nosotros nos cambió la agenda y se aceleraron muchas de estas tendencias que se preveían para dentro de un período mucho más significativo. Y, claramente, como sostuvo la profesora Elke Van Hoof, de la Universidad de Vrije (Países Bajos), “lo que vivimos no fue una experiencia más, sino que fue el mayor experimento psicológico de la historia”.
El futuro del trabajo en las Ciencias Económicas va a ser para aquellos que puedan adaptarse una vez, otra vez y otra vez
El profesor Joseph Aoun, en su libro, Robot-Proof: Higher Education in the Age of Artificial Intelligence (“A prueba de robots: la educación superior en la era de la inteligencia artificial”), nos habla de las nuevas alfabetizaciones en el siglo XXI: datos, tecnología y capacidad humana.
Por un lado, debemos saber cómo transformar los datos en información, estos en inteligencia y la inteligencia en acción. Tal vez, sea este uno de los fundamentos clave de cada profesional en Ciencias Económicas. En segunda instancia, hay que ver cómo abrazamos la tecnología, cómo nos conectamos con cada nueva tecnología que emerge y la utilizamos como un habilitador y un puente para poder generar mayor impacto en cada una de nuestras intervenciones. Y, finalmente, debemos entender cómo nos enriquecemos respecto a las capacidades humanas, la empatía, la influencia, el liderazgo, la creatividad, la innovación, la inteligencia emocional, entre muchas otras, para convertirnos en auténticos asesores confiables, función en la que, más allá de cualquier avance tecnológico, nos destacamos por nuestra humanidad y sensibilidad. Debemos averiguar cómo hacemos -con datos, tecnología y humanidad- para no ser los nuevos analfabetos y quedarnos marginados rápidamente del mercado.
El futuro del trabajo en las Ciencias Económicas va a ser para aquellos que puedan adaptarse una vez, otra vez y otra vez. Ser ágiles y, como señala Yuval Noha Harari, “andar con la mochila bien liviana” para poder capitalizar las innumerables oportunidades que se nos presentan por delante.
El futuro depende, en definitiva, de la actitud que adoptemos cada uno y en la posibilidad de hacernos auténticos protagonistas. Estamos escribiendo una página clave y viviendo en el presente, que será el pasado del futuro. ¡A disfrutar del camino, que es apasionante!
Doctor en Ciencias Económicas, speaker internacional y consultor disruptivo