De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la Conferencia Internacional del Trabajo (2008) se estableció que cuando los sistemas de educación y de desarrollo de competencias son inadecuados, las economías se mantienen en un círculo vicioso de bajos niveles de educación, de productividad y de ingresos. Por lo tanto, también establece que la inversión en la educación y en la adquisición de competencias profesionales apoya a direccionar a las economías hacia actividades con mayor valor agregado y sectores de crecimiento dinámico.
Se puede entender a la competencia profesional como una combinación de conocimientos, habilidades, comportamientos y actitudes que se pueden demostrar en un contexto profesional determinado y que se pueden transferir a diferentes condiciones a través de la actualización permanente (Valera, 2010).
Mientras tanto, hemos pasado rápidamente del Mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) a BANI -o en español a FANI- (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible), lo que deja al profesional solo con una certeza: la incertidumbre, donde también se plantean desafíos vinculados al medioambiente o entorno, empresas globales, home working, jefes a miles de km.; es decir, a un mundo totalmente digital.
El profesional debe poseer conocimiento diversificado donde siempre haya una impronta tecnológicaAl decir de Lev Manovich (2018), es un mundo habitado por la omnipresencia del software, una ubicuidad asociada en particular a la creación, almacenamiento, distribución y acceso masivo a los artefactos culturales, el software ya no es una artesanía propia de geeks, hackers y expertos informáticos, sino que se ha convertido en una interfaz que nos conecta con el mundo, con los otros, pero también con nuestra memoria y con nuestra imaginación. «Dime qué software usas y te diré quién eres«.
Hoy el profesional desempeña nuevos roles: analista funcional, analista de negocios y analista de procesos; en definitiva, un analista simbólico (al decir de Robert B. Reich, 1993) ya que trabaja con conceptos, procesando información y transformando dicha información en conocimiento relevante.
El profesional debe ser anfibio e híbrido. Para entrar y salir de diferentes ambientes, debe poseer conocimiento diversificado donde siempre haya una impronta tecnológica. Los nuevos planteos son, también, la elección de software adecuado, el análisis de datos, la mejora continua y la innovación junto con los conocimientos históricos (registraciones, liquidaciones, informes, etc.).
Para que el profesional se le atreva a esta nueva naturaleza, tenemos que empezar a acompañarlo desde sus primeros pasos en la universidad. Tenemos que cambiar la forma en la que dictamos tradicionalmente las carreras, dado que las empresas y los estudios profesionales, cuando buscan un profesional, sobrevuelan la evaluación de las competencias técnicas, pero sí observan en detalle las competencias transversales de tipo social y actitudinal, y cómo se manejan con las nuevas interfaces.
¿Qué es una interfaz? Es una red de actores humanos, institucionales y tecnológicos que mantiene una serie de relaciones dentro de una serie de procesos. Según Carlos Scolari (2019), “estamos en la era de las interfaces”.
Tenemos que cambiar la forma en la que dictamos tradicionalmente las carreras profesionalesSegún el diario El Economista, se han visto otros cambios en la demanda de competencias laborales como efectos de la pandemia:
Secretario Académico de la Escuela de Economía y Negocios de la UNSAM