Publicado el 11/09/14

Kovadloff: “Los dilemas argentinos tienen que ver con la ley, que es la conciencia del límite”

El filósofo Santiago Kovadloff expuso sobre los problemas irresueltos del pasado nacional durante un almuerzo en nuestro Consejo Profesional el jueves 11 de septiembre último. En el marco de una exposición titulada “Argentina: criterios y recursos ético-políticos para un afianzamiento republicano”, Kovadloff se explayó acerca de la actualidad del pasado del país al considerar que la situación presente “está más cerca del siglo XIX que del siglo XXI”. A continuación, el ensayista enumeró “un repertorio de problemas irresueltos” del pasado nacional, a saber: el unitarismo, el intervencionismo estatal, la homologación del Poder Ejecutivo al Estado y la sujeción de la ley al poder. Estos problemas, para el filósofo, constituyen “patologías de la vida pre-constitucional que lleva la Argentina”. En este sentido, el autor consideró que los argentinos actualmente deberíamos trabajar en pos de una contemporaneidad creciente, dado que figuras como Juan Bautista Alberdi (1810-1884), aún para los parámetros de la Argentina actual resultan venideras.

A partir de un concepto del escritor mexicano Octavio Paz (1941-1998), Kovadloff definió al Estado como “ogro filantrópico”, que, al crecer monstruosamente, es simultáneamente causa y expresión de los males de la ciudadanía. Ante este panorama, “la población está condenada a durar, a subsumirse en la mera inmediatez, a vivir el instante en vez de desplegar proyectos”, opinó. “Se trata de un eterno presente que no permite acumular experiencia para anticiparse”, agregó.

En este sentido, según Kovadloff “la democracia, como enmascaramiento del despotismo, también generó desaparecidos, personas sin identidad cívica, es decir, sin derecho a la significación”. A su vez, el filósofo señaló  que la verdadera libertad proviene de la interdependencia de las partes y a la importancia de la paciencia en la militancia política. En tiempos en que se sacraliza el instante, Kovadloff recordó la paciencia del Gral. Manuel Belgrano. “Si todo debe ocurrir ahora, no tenemos porvenir”, destacó. En este sentido, recalcó que los cambios que se esperan por parte de la dirigencia política pueden parecer imposibles de alcanzar, pero no por ello dejan de ser imprescindibles. “Hay que emprender las tareas aún cuando no podamos celebrar la consumación de los hechos”, advirtió. “Esto requiere capitalizar el fracaso como aprendizaje y romper con la monotonía del error reiterado”, manifestó, y agregó: “lo que nos condena a la repetición es cultural”. En cambio, “el futuro es el grado en que los sueños inciden en el presente”, sostuvo, por lo cual opinó que la clave pasa por “convertir gradualmente las expectativas en hechos”.

Los dilemas irresueltos en la Argentina tienen que ver con la ley, que es la conciencia del límite y que impone la presencia del otro”, afirmó. “La ley ayuda a ejercer la interdependencia; en ausencia de ella, el yo es todo”, ahondó.

Luego se refirió a los partidos políticos, y recordó que Aristóteles ya sostenía que la democracia es el mejor régimen político. “Nadie tiene toda la razón y los adversarios son imprescindibles, pero no los enemigos”, afirmó. Por ello, llamó a que los políticos negocien sin claudicar sus ideales, alcanzando acuerdos instrumentales. “Nuestros hijos deben vernos batallar por nuestras convicciones”, sostuvo. “La desesperanza nos destituye como seres humanos ya que existir es insistir”, añadió.

“Los partidos deben entender al poder como propuesta legal”, consideró. “El hombre en esencia no es bueno y la ley le fija límites”, sentenció. En este sentido, se lamentó de que los actuales dirigentes políticos argentinos busquen alcanzar el poder al precio que sea, con un horizonte de corto plazo. “Hoy vivimos fuera de la ley y esto opaca nuestra condición cívica”, declaró. “¿Al servicio de qué ideales, de qué concepto de nación estará quien gane las elecciones en 2015?”, se preguntó. No obstante enfatizó que los dirigentes políticos “son pares” de la ciudadanía, por lo cual no hay que idealizarlos ni desidealizarlos por completo sino reconocer la realidad y demandar transparencia. “No podemos vivir en una sociedad no corrupta, pero tenemos el deber y derecho de combatir la corrupción”, dijo. “El verdadero optimismo pasa por saber por qué las cosas no cambiaron e insistir aún sin ver la meta por el resarcimiento moral”, concluyó.



Kovadloff

 

 

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